Depresión y corazón
La depresión es un factor de riesgo psicosocial en la enfermedad cardíaca.
Las personas con enfermedades del corazón son más propensas a sufrir trastornos depresivos y las personas con depresión tienen un riesgo más alto de desarrollar problemas del corazón.
Entre los pacientes con enfermedades cardíacas, el 20% sufre depresión. Además, la situación se agrava en aquellas personas que sufrieron un infarto, entre las que la depresión se incrementa a un 65 %.
La depresión puede provocar estilos de vida que no son positivos como la inactividad, el tabaquismo y la dificultad para seguir los tratamientos recomendados para los problemas del corazón.
Existe una relación entre depresión y eventos coronarios agudos. Los procesos que conducen a un evento coronario agudo en pacientes portadores de lesiones ateroscleróticas y disfunción endotelial se ven favorecidos en pacientes deprimidos.
Los tres procesos involucrados en los eventos agudos (inestabilidad de placa, factores hemodinámicos y trombosis superpuesta) son favorecidos por la presencia de alteraciones vinculadas a la depresión (y otras alteraciones psiquiátricas). La depresión se asocia con niveles elevados de citoquinas pro inflamatorias, leucocitosis y reclutamiento de macrófagos que generan inestabilidad de placa; la respuesta exagerada en pacientes deprimidos ante situaciones que generan hostilidad, ira y estrés agudo produce vasoconstricción y elevación de la presión arterial a través de la liberación de catecolaminas, favoreciendo la rotura de la placa; finalmente, la agregación plaquetaria asociada a la depresión favorece la trombosis, que puede llevar a un grado de obstrucción coronaria de tal magnitud que produzca un evento agudo
Según el estudio del Dr. Carlos E. Romero (2007), está comprobado que los pacientes con infarto agudo de miocardio y depresión se benefician con el uso de terapia psicológica.